Lic. Gabriela Albónico.
(continuación)
Por el contrario, aquél que tiene
actitudes piolas, es amigo, compinche de los hijos, que reviste ideales de
juventud eterna es mirado con admiración y hasta idealizado como un valor a
seguir.
Hoy se nombra de diferentes maneras
este cambio en la posición del adulto, como le época del niño generalizado,
adultos adolescentizados, en Argentina surgen
los “pendeviejos”, etc
Para que una familia funcione
educativamente alguien en ella tiene que
resignarse a ser adulto y no se puede
decidir por sorteo, ni en una asamblea. El que haya un adulto implica asimetría
en las relaciones, ya que es el adulto el que tiene la madurez, la experiencia vivida, el
desarrollo cognitivo, que le permite recibir tanto los influjos externos, de la sociedad, como los propios, internos
y hacer
con ellos.
Paradojalmente estamos en un momento
donde el hacer énfasis en los derechos del niño deja al niño sin derechos,
porque parece que se desconociera que la única manera de que el niño pueda
ejercer sus derechos es en una familia con vínculos que sean garantes.
Planteado de esta manera es volver a pensar los caminos para fortalecer la
familia, a los adultos que sostienen la
crianza de un niño. No hay modelo de familia hegemónico, hay diversidad de
familias pero lo que no puede dejar de estar en ningún modelo es: la relación
asimétrica niño-adulto. No existe nadie en estado de mayor desamparo físico y
emocional que un niño. Esto le da al adulto una relación de poder y autoridad
que no puede evadir pero de acuerdo a como la use contribuirá en el desarrollo
de la salud mental del niño.
Si los padres renuncian al poder y
la responsabilidad que les da esa relación asimétrica alguien lo va a sustituir
porque la edad temprana del niño busca y requiere de ese lugar. Pensemos en un
niño de 2 años que como parte de su desarrollo psicológico implica la expresión
de una agresividad propia de su etapa de
vida, en este caso es función del adulto contenerla, encaminarla y limitarla.
Si el padre no lo hace en el clima familiar recargado de afectividad, nadie lo
podrá hacer de manera más eficaz y menos dolorosa. Cuando el problema se
traslade a la escuela comenzará un derrotero de inadaptaciones que terminan
muchas veces en la patologización de niños que su único problema es no haber
tenido la experiencia de haber sido limitado en sus impulsos y contenido en sus
frustraciones.
Los viejos modelos de las familias
tradicionales nos dejaron algunas
enseñanzas, el niño no le pertenece al adulto, por lo que las relaciones son
horizontales en tanto sujetos de
derechos pero hay adultos que
cuestionan, interdictan y sostienen.
La tecnología vino a complejizar más
las cosas y los adultos quedamos más impotentizados frente a los niños y
adolescentes de hoy que nos enseñan a nosotros y además hacen alarde de su
saber.
Un niño desde su omnipotencia infantil puede creer que con el saber de la
computadora se puede criar solo y lo que no le pregunta a los padres lo gogglea
.El problema comienza cuando los padres
se creen esa omnipotencia y renuncian a su capacidad de transmitir cultura,
saber, experiencia. Internet es una herramienta maravillosa pero a la hora de
transmitir el patrimonio cultural de nuestros padres y abuelos queda afuera la
madurez afectiva, lo vivencial, la
capacidad cognitiva para entender adecuadamente.
Redefinir el lugar del niño hoy y de
los adultos en una familia nos puede ayudar a volver a encontrar un camino
distinto al que abandonamos de nuestros abuelos y padres, pero con menos
confusiones e inseguridades. Ayudar a un niño a crecer es ayudar a sus padres
que lo hagan posible. Cualquier agente educativo debería tener presente este
aspecto a la hora de señalar una dificultad en los niños y adolescentes y
contribuir a ubicar el problema en su verdadero lugar.
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