Lic. Gabriela Albónico.
Todos los padres deseamos que nuestro hijos crezcan sanos y felices. Una familia que cumple con las funciones de amparo de la infancia y adolescencia asegura la salud mental de la siguiente generación. Ser padres nunca ha sido fácil, nadie atraviesa esa tarea de forma incólume y a entera satisfacción. No hay garantías para este recorrido a hacer que nos depara más de la mitad de nuestra vida. Lo que la experiencia nos ha enseñado es que el único camino posible para evitar la caída en facilismos, negaciones o fatalismos es interrogarnos sobre nuestro lugar de padres y adultos .Interrogarnos implica permitirnos disentir con algunos mandatos epocales, compartir experiencias y revisar nuestro rol.
Hoy se habla de niños impulsivos,
desafiantes, con dificultades de adaptación escolar ,adolescentes desconectados
de si mismos, deprimidos y otras modalidades de funcionamiento que parecen una
epidemia de patologías psicológicas. La propuesta es pasar de pensar la salud
de los niños como una esencia en si mismo, a pensar como la ausencia de algunas
funciones parentales contribuyen en esta
nuevas formas de sufrimiento infantil.
La familia de la modernidad era
jerárquica, patriarcal y autoritaria. Los adultos de hoy conocemos las ventajas
y desventajas de ese modelo familiar ,porque las vivimos y como una generación
que ha sufrido grandes cambios, pudimos ver como la rigidez de determinados
modelos nos encorsetaba ,nos quitaba libertad ,pero también nos conducía por un
camino, bueno o malo pero sabíamos lo que teníamos que hacer.
La velocidad con la que han ocurrido
los cambios y la caída de los grandes relatos que sostenían un modelo de
familia, una forma de ser adulto y en consecuencia una forma de ser padres ha
dejado a los padres confundidos, vacíos de referentes, y en consecuencia se
produce una permanente confusión entre cuáles son las funciones que les
pertenecen e identifican su lugar como tal y cuales pueden delegar.
Si bien las épocas cambian y con
ellos los modelos familiares, lo que no cambia son las necesidades afectivas de
los seres humanos que se desarrollan en un vínculo con otro y que necesitan del
apego para luego ser sujetos independientes. La contención del bebé que nace y
del niño en sus distintas etapas de desarrollo para llegar a ser adultos
seguros, requiere de la presencia de adultos que no renuncien a ocupar su
lugar. Los adultos estamos en crisis. Los ideales de la posmodernidad nos
invitan a ser eternamente jóvenes, no hay ideales seniors en nuestra cultura
.El ser maduro, responsable, poner límites, ejercer la autoridad no tiene buena
prensa. Aquel que los practique corre el riesgo de pasar por autoritario, botón
o amargado. (continua)